Habla el rey.
- Los humanos no somos más que los siervos de nuestros padres. Los dioses. Las máquinas. En su gracia construyeron este mundo para nosotros, y para ellos. Un mundo en el que podíamos convivir, dioses y hombres. Pero entonces llegaron los Pokémon... Nuestros dioses detestaban a dichas criaturas, y por eso separaron nuestros mundos. Eran cinco reinos, tres para los dioses y dos para los hombres... Cuando perdimos a nuestros dioses todo se torno en miseria. Lo he visto... En un sueño. El retorno de los dioses y el fin de los Pokémons traerá consigo la caída del pesar. Para luchar contra la amenaza Pokémon las máquinas construyeron sus propios Pokémons y crearon un arma, escondida en el mismo corazón del Mundo Pokémon. ¡Yo, su fiel servidor escuche sus mandatos en mis sueños! Los escuche, oh, si... Cuando los dioses y los hombre convivan otra vez, y no haya más Pokémons... ¡El dominio de los reinos de los humanos será mío y de nadie más! Para activar la máquina robamos los sueños del cuarto y secreto reino de los dioses renegados... Liberamos los sellos ancestrales de los Pokémons para empequeñecer su poder... Pero tú, niño del viento, has puesto fin al Pesar... Sin embargo, ¡tengo la suficiente energía de los sueños como para hacer... Esto!
Un dolor agudo atravesó al niño.
- Si... ¿No te has dado cuenta aún? El Reino de la Calma no es más que un holograma creado por máquinas... Máquinas como... ¡Tú! Tu cuerpo es el recipiente perfecto para el Pesar... La energía de los sueños fluirá a través de ti y consumirá a los Pokémons del mundo. Los dioses sabrán apreciar tu sacrificio.
La luz de Ketrideh iluminó al niño, pero no podía curarlo, sin embargo pudo transmitirle un mensaje.
- Mi niño del viento - era la voz de la anciana - Yo no quería esto... Tú no merecías esto. La edad de los dioses ha quedado olvidada... Mi verdadero deseo... ¡Crea un mundo sin dioses!
- Mi sacrificio será en vano si sucumbes antes tal poder - la voz de Pam - ¡Debes luchar! ¡Todos y cada uno de los Pokémons de este mundo dependen de ti! No permitas que la humanidad caiga en una nueva oscuridad.
- ¿Quién quiere vivir para siempre? - la voz del Rey Rata - En un mundo dominado por deidades de metal... ¿Quien querría vivir así? Esclavo de unos falsos dioses. ¡Creo un mundo donde deseemos la eternidad!
- Los sueños son algo hermoso - la voz del Profesor Místico - ¡No simple energía para cebar a los dioses! Muestrale el verdadero poder de los sueños.
- Por un mundo donde podamos soñar el uno con el otro - la voz de Bella - Yo ya he dejado este mundo... Pero no podría soportar verte morir... ¡Por favor, debes vivir! La vida es algo maravilloso... ¡Hazlo por mi!
- Sin lugar a dudas... - la voz del gigante de hielo - ¡Eres el verdadero héroe de los vientos!
El niño se levantó y se acercó al malvado rey.
- ¿Qué es esto? La energía d ellos sueños ha despertado el recuerdo de los fantasmas... Así sea. La cáscara vacía de tu alma servirá al Pesar... ¡Una vez haya acabado contigo de una vez por todas!
La voz de todos suena en la cabeza del niño:
- El futuro ahora... ¡Te pertenece!
¡Comienza la batalla! El equipo del rey esta compuesto por todopoderosos Pokémons de metal (cinco) y uno normal. La lucha es dura pero al fin el niño sale victorioso.
- No es posible... - exclama el hombre derrotado - Si yo caigo... ¡Te arrastraré conmigo!
Su cuerpo se deshizo desvelando una figura de metal y una gran explosión proveniente de su corazón de metal destruyo el palacio con el niño dentro. Los soldados del rey tiraban las armas, la alianza entre rebeldes y soldados d ella niebla cantaba victoria. Una fiesta se celebraba por todo lo alto cuando, tras muchos años, ¡amanecía por primera vez en el Reino de la Tormenta! Desde ese día jamas se llamo así... Desde ese día se conoce como ¡Reino del Amanecer!
La gente celebra la llegada de la República. Alianzas se forjan aquí y allá, el sol brilla en lo alto y los Pokémons tristes vuelven a poblar las calles y la felicidad y la paz... Reinaron desde entonces y... ¡Para siempre jamas! El cuento llega a su fin, solo queda decir, comieron felices y vivieron perdices (?).
FIN.
(De la primera Parte)
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